El verano y su altas temperaturas aumentan los riesgos de deshidratación, siendo especialmente vulnerables a sus consecuencias algunos colectivos como los niños, ancianos, embarazadas y trabajadores al aire libre.
Para evitar problemas debidos a un déficit de líquidos en nuestro organismo, especialmente en verano es muy importante que adaptemos nuestra dieta a los rigores de la nueva estación, prestando mucha atención a mantener el cuerpo permanentemente hidratado con los alimentos y bebidas más adecuados.
Los líquidos juegan un papel básico en el cuerpo humano, puesto que forman parte de las células, lubrican el cerebro y las articulaciones, además de transportar nutrientes. No debemos olvidar que los músculos y el cerebro están formados aproximadamente de un 75% de agua, la sangre y los riñones por un 81%, el porcentaje de agua en el hígado es alrededor del 71% y los huesos están compuestos de un 22% más o menos. Con estos datos es fácil entender que que el cuerpo humano necesita estar hidratado para sobrevivir, por lo que debemos realizar un aporte constante de líquidos para mantener los niveles estables.
En condiciones normales, las necesidades diarias de agua se sitúan alrededor de los dos litros y medio en el caso de los hombres y dos litros en las mujeres. Por edades, los niños y las personas mayores tienen más riesgo de sufrir deshidratación por lo que, especialmente en días calurosos, se les debe ofrecer agua con frecuencia.

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